jueves, 29 de marzo de 2012

Espejo, Edipo y forclusión.

Espejo, Edipo y forclusión. 

Me ahorro las definición macro de estas, más que nada es un brevísimo resumen que encontré mientras limpiaba mi computador; fue para una prueba de psicopatología que lo escribí y me pareció entretenido compartirlo.

El estadio del espejo
            Constituye primera etapa del desarrollo psicológico en donde el sujeto se da cuenta de que existe, en otras palabras, toma consciencia de sí mismo, específicamente de su cuerpo. Para completar este proceso se debe pasar por las siguientes tres etapas:
       I.            En la primera etapa el sujeto percibe su cuerpo ajeno al suyo, sólo lo imagina y trata de acercarse a él, tal como si estuviese mirándose a un espejo. Se ve en el otro, pero no puede entender o aceptar que esa imagen le pertenece, por ello hay una gran confusión entre lo que se es y lo que ve. Intenta “abrazar” esa imagen.
    II.            La segunda etapa el sujeto percibe que el otro no es real sino una imagen, ya no intenta atraparla y esto indica que ahora diferencia la imagen del otro y la realidad del otro.
 III.            En la tercera etapa el sujeto entiende las dos etapas anteriores por lo que se da cuenta que ese otro es sólo una imagen suya. Se logra así reconocer a través de esa imagen, el niño reúne a su cuerpo fragmentado en su totalidad unificada en una imagen que simboliza lo elemental; su cuerpo, pues desde aquí podrá comenzar a construir su futuro yo.
Cabe destacar que esta etapa sucede antes de la aparición del esquema corporal, pues sin esta imagen nunca podría explorar su cuerpo, ya que no tendría los referentes del mismo. Sin esta imagen de sí mismo, no podría explorar su cuerpo ya que éste estaría fragmentado, disperso sin un punto de unión. Se ha perfilado como un sujeto

El Edipo
            Es la etapa donde el niño tiene la oportunidad de entrar al mundo social y así poder entender la existencia de lo simbólico, de la existencia del otro, las leyes, contar con deseos y buscar el reconocimiento de ese otro. Este proceso cuenta con las siguientes tres etapas:
       I.            En el primer momento el sujeto, luego de salir del estadio del espejo, se da cuenta de su relación de indiferenciación cerca a la fusión con su madre. De esta manera el sujeto se da cuenta que trata de identificarse con la que él supone que es el objeto de su deseo, esta identificación con la que él supone que es el objeto de su deseo. El sujeto se da cuenta que tiene el poder, es el falo de su madre, pues “piensa” que es él lo que la madre le falta, tiene el “poder” sobre la madre. Pese a esto el sujeto está con la problemática de ser o no ser el falo, lo cual provoca el miedo a la castración, a perder ese “poder” que tiene. Ésta amenaza se produce por la entrada del tercero (el padre). Con esta amenaza el niño queda con una identificación perversa que provoca en negativo la doble pero solidaria cuestión de la privación materna de su objeto fálico y así la separación del él con su madre.
    II.            En lel segundo momento la mediación del padre va a representar un papel que irrumpe la configuración de la relación madre-hijo-falo al intervenir como una  privación. El padre representará la prohibición (“¿es real lo que falta?”)de ese poder fálico de la fase anterior, lo que producirá una frustración (la falta de satisfacción). Estos elementos configuran la falta del objeto y por ende el comienzo del deseo, el cual le ayudará a buscar lo que le falta, lo que ha perdido, lo que se le ha privado. Esto le lleva a una rivalidad fálica con el padre (quien además representa la ley) por ganarse el objeto deseado (la madre).
 III.            El tercer momento es cuando el sujeto termina la rivalidad frente a la madre. Comienza a entender la ley, la simbolización de ésta y, por ende, entender que hay límites. Aquí terminará el enfrentamiento del niño con la relación fálica y se modificará de manera de decisiva al dejar de lado la problemática de ser (el falo) y aceptar una negociación de la problemática del tener. Ésta le lleva al juego de las identificaciones de acuerdo a cada género; el varón renuncia a ser el falo materno y toma el camino de tener al identificarse con el padre (tiene); la niña puede abandonar la posición de objeto de deseo de la madre y encontrar el la modalidad del no tener, por tanto se identifica con la madre (no tiene).

La forclusión del nombre del padre. 

            En la metáfora del padre se aprecia que éste representa al elemento de privación y procursor de la frustración, por tanto folcluir el nombre del padre implicaría no tener que renunciar a la completitud; no hay privación, no hay deseo, no hay frustración, no hay simbolismo, no hay leyes. Por tanto el sujeto queda prisionero de la relación dual imaginaria de la madre, atrapado en el estadio de l espejo.  

*Texto producido por el staff de fromdistantearth.blogspot.com, todos los derechos reservados. 

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