martes, 8 de septiembre de 2009

La mujer y la familia, repetición.

La mujer y la familia, repetición.



Por Simón Michell.-


Familia, “¿quién puede vivir sin ella?”, “¿quién no quiere a su familia?, “¡qué haría sin mi familia!”, “mi familia es todo para mí”, son palabras, expresiones y preguntas que podemos escuchar a diario en distintas situaciones y personas de nuestro cotidiano entorno. Para muchos estudiosos, como el antropólogo Tironi (2005), “La familia es una institución fundamental para la vida de las personas y para la sociedad”, en esto último, la familia es el pináculo de su organización, ya que es aquí donde nacen y se forman personas que en alrededor de veinte años pasaran a formar parte activa de la sociedad trabajando para ésta y para los seres que vendrán, como sus hijos cuando éste forme una familia. Este círculo de vida podría ser representado por lo que Nietzsche (1882) nos propone como la idea del eterno retorno, ya que la función de la familia y, por ende, las personas en la sociedad, se ha repetido, se está repitiendo y, quizás, se seguirá repitiendo, haciendo que ambas aporten con las distintas funciones que Tironi (2005) señala en su ensayo: reproducción, socialización, protección y continuidad. Nacer en una familia, luego formar una, repitiendo muchas cosas que el individuo aprendió en su familia natal.



Podríamos llevar el concepto del eterno retorno a las distintas formas de familias que ha tenido la historia u otras formas que se mantienen hoy día y vemos que se concuerda muy bien con el camino que siguen las personas durante sus vidas, un círculo que se comienza a dibujar desde la familia natal del individuo y termina en la familia que formará. En las sociedades más antiguas, como la del antiguo Egipto o en la antigua Roma, donde los estamentos de la sociedad estaban muy marcados, por lo que si un individuo nacía en una familia campesina, las posibilidades de que pudiera trascender ese estamento eran tan bajas que lo llevaba a seguir viviendo bajo esa misma línea, cumpliendo las funciones familiares que todos sus antepasados habían seguido. Más tarde, en el Medioevo europeo las familias continuaban bajo la misma regla que en las épocas anteriores, pero ahora un factor se agrega a esa continuidad constante; la religión. Este sistema de “predeterminación” se ha mantenido hasta nuestros días, aunque en el último siglo la posibilidad de poder romper esta condición sentenciada del individuo al momento de nacer, se ha hecho más posible gracias a distintos factores que comenzaron con la revolución francesa y ha culminado (quizás) con la declaración universal de los derechos humanos (1948). Muchos conocemos de casos en que personas han cambiado la situación económica de la familia nuclear que nacieron a la que formaron, siendo mayoritariamente cambios de clases, en las que el individuo asciende en la escala social de clases. Cambios de las funciones, como por ejemplo padres obreros hijos profesionales, cambios en las religiones, como por ejemplo padres católicos hijos ateos, cambios en la localidad, como por ejemplo el fenómeno de la neolocalidad. Pese a los cambios que hemos planteados, también existe una gran parte de familias que continúan su línea económica, política, religiosa o de localidad. Entonces, ¿estaremos viviendo un cambio en las familias? ¿Una revolución familiar? ¿Un quiebre a lo que hemos señalado como el eterno retorno de la familia?



Sin duda, esta idea nos podría llevar a entender el fenómeno circular de la vida de las personas en cuanto al tema familiar. Pero, respecto a lo anterior, hay un factor muy importante en la estructura familiar que ayudaría a respaldar fuertemente la relación planteada en el comienzo. Este factor estructural es en el que gira la familia y quizás el más importante para las nuevas vidas que se gestan ahí; la mujer.



La mujer desde tiempos de antaño que ha sido la base de la familia, pues es la que tiene y cría a los hijos, aunque esto, muchas veces, la ha dejado en un segundo plano, llevándola incluso a convertirse en un objeto de intercambio, idea que perdura hasta hoy en día en algunas culturas, como la islámica o la india. Muchas ideas se han tenido respecto al trato de la mujer, cuya ha llegado a ser un problema, sea por su condición dentro de la familia o de la sociedad. Quizás, la filiación patrilineal dominante en la mayoría de las culturas ha llevado a que exista esta disyuntiva en el trato de la mujer, tratando de encontrarle un encaje dentro del contexto ya señalado. ¿Qué podría ocurrir, entonces, para solventar esta situación?



Una interpretación interesante, que serviría para solucionar tal situación planteada, sería mirar hacia las primeras formas de organización que tuvieron los seres humanos, aquellos en donde la agricultura comenzaba a tomar parte importante en la vida y preparaba para el sedentarismo. Aquí la mujer asumía un rol mucho más protagónico, pues ahora la filiación era matrilineal, lo que significaba que los hijos pertenecerían al clan de la madre, pues algunas veces la madre ni siquiera sabía quién era el padre, lo que obviamente era difícil de comprobar para esta época. Los hombres se iban de casería o a la guerra, lo que implicaba que la mujer debía tomar el control de la organización tanto familiar como social. Las primeras formas de religión se debía, justamente, a las mujeres, cuyas tuvieron que ‘crear’ las explicaciones para así poder criar a sus hijos. De lo anterior, la mujer podía ubicar en los dos extremos de los valores; en el mal, siendo una bruja, o en el bien, siendo una curandera.



Luego de ese tiempo, la mujer comenzó a pasar a un segundo plano, como en la sociedad Romana, debido a que la forma de filiación se había cambiado al tipo patrilineal. Posteriormente, en el Medioevo europeo, la mujer pasó a un plano más lejano, pues, además de no contar ni con voz ni voto, eran perseguidas. La reintegración llegaría a mediado del siglo XX, gracias a los derechos humanos o los trabajos de Simone de Beauvoir, donde la igualdad de derechos comenzaría a volverse más notoria, el derecho a voto, la posibilidad de estudiar y, lo más importante, la entrada al campo laboral.



Esta nueva situación no sólo ha ayudado a la mujer, sino que además, ha ayudado a la organización familiar, ya que existe una relación directamente proporcional entre las variables mujer y familia. La mujer ya no busca estabilidad económica a través del matrimonio, pues ahora puede sostenerse sola, lo que ha significado el incremento sustancial de las familias monoparentales.



Con lo anterior, quizás nos encontramos en una etapa de transición, en la que los roles comienzan (o ya están) igualados. Esto, conjunto con lo que se ha planteado en un comienzo, nos deja la siguiente interrogante, ¿será posible que regresemos a las primeras formas de organización, en los que las mujeres tenían un rol fundamental en la sociedad? ¿Se cumplirá este eterno retorno? Podríamos afirmar la idea del eterno retorno con otro ejemplo concreto; la situación familiar de Chile.



Chile un país con una gran variedad de etnias indígenas que fueron conquistada por los españoles, quienes se establecieron y formaron la sociedad del país. En aquel período de la conquista, los españoles tuvieron relaciones esporádicas, muchas de ellas forzadas, con las mujeres indígenas, lo que provocó el mestizaje y una nueva forma familiar: las familias monoparentales, o como Montecinos (1996) lo señala en el título de su ensayo Madres y Huachos.



Había familias constituidas de la forma clásica y también estas monoparentales, en que las mujeres debían de hacer cargo de sus hijos, los que quedaron en una situación de inestabilidad tanto afectiva como económica. Las mujeres estaban obligadas a buscar medios para mantener a su familia. Estos medios podían ser trabajos domésticos, como ama de llaves, u optar por formar una nueva familia, esto último provocando el nacimiento de las familias compuestas. Estas últimas provocan un gran impacto en la vida de las personas, como Pereira (2001) nos señala en su ensayo, los individuos deben pasar por un proceso de transición que comienza con una gran pérdida biológica que es sustentada con una “ganancia política”, que implica el establecimiento de las nuevas normas de convivencia, a conocerse cada uno y a, de alguna forma, aceptarse.



Así se aprecia, que a lo largo de la historia chilena, esta situación se ha ido repitiendo; en la época colonial continuaban siendo los españoles y las indígenas, aunque también se agregaban los mestizos; para la época de la republica, los patrones de fundo y las criadas continuaban repitiendo este modelo; Ya en época moderna, las travesuras de adolescentes o jóvenes, dejan algunos hijos al cargo de la madre al igual que el hecho de que las parejas, fácilmente, se divorcian en nuestros días.



Por último, respecto a lo del eterno retorno y a lo que Pereira (2001) nos señala, en Chile concretamente, y sin importar la organización familiar que sea, como compuesta o nuclear, se ha podido apreciar que los niños han ido repitiendo lo que aprenden durante su infancia y en su familia natal, en la formación, luego, de sus propias familias, dándonos para pensar que si un hijo crece en una familia monoparental, hay mayores posibilidades que la familia que forme sea monoparental que a nuclear, causando así la lenta desinstitucionalización de la familia que Tironi (2005) nos da a entender en su ensayo. Además, se podría afirmar con lo que Nietzsche[1] (1876) cita sobre esto último: “Las disonancias no resueltas en las relaciones de carácter y de conformación espiritual de los padres continúa resonando en la naturaleza del niño y origina su historia pasional interior”.



Para finalizar, el factor principal de la estructuración de la familia ha sido la mujer, cumpliendo un rol que, como hemos apreciado, se ha ido repitiendo durante toda la historia humana, desde las primeras sociedades que ha tenido un papel importante tanto en la familia como en la sociedad. A medida que la historia avanzaba y luego de ser desplazada en algunos tiempos de ésta, la mujer comenzó a recuperar ese rol importante y comenzó a provocar grandes cambios sociales, como por ejemplo su entrada masiva al mundo laboral ocurrida a mediados del SXX, que afectan directamente a la estructura y orden familiar, debido a que, quizás, los cambios comienzan en el núcleo familiar y luego terminan impactando en la sociedad. Entonces, ¿es el eterno retorno algo que nos explica la relación y estructuras familiares de la sociedad a lo largo de la historia? ¿Es posible que, usando esta teoría, podamos adelantarnos a lo que estará próximo a ocurrir?
*Texto producido por el staff de fromdistantearth.blogspot.com, todos los derechos reservados.

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