martes, 24 de agosto de 2010

El arte de enseñar

El arte de enseñar

A lo largo de la historia muchos autores han denominado quehaceres habituales como arte, tal como “el arte de la guerra” del estratega chino Sun Tzu en el 500AC o “el arte de amar” del psicólogo alemán Erich Fromm en 1959. El arte tiene como primera acepción según RAE como la virtud, disposición y habilidad para hacer algo, lo cual la base de la segunda acepción: Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Con esto, podríamos pensar en la múlitples cantitades de artes que podrían existir, de las que en este breve compendio trataremos el arte de enseñar. Según la psicología evolutivista nada de lo que tenemos es sabido de la nada, sino que cada conocimiento y habilidad es aprendida y, por ende, enseñada, sea explicita como implícitamente como un modelo. Aunque la psicología cognitiva asegura que el aprendizaje se construye por los alumnos, esa cosntrucción debe tener a un modelo que la guie. Sea cual sea el caso el enseñar significa comunicar y si alguien que emita o reciba, la comunicación no existe como Berlo lo señaló.

Vygotski, Bruner, Piaget, Gagne, Banduras, entre tantos otros, presentan una serie de modelos de aprendizajes que han ido evolucionando de la filosofía conductual a una en que el alumno es constructuor de esto, lo cual es significativmaente válido. Pero, pese a esto, para que comience a funionar la máquina es necesaria de un buen combustible y un excelente conductor que la maneja y es ese mismo concepto es el que le corresponde al profesor. Éste debería ser un maestro (valga la rebundancia) en el arte de cautivar a sus oyentes, de conocerlos y saber cómo puede llegarles de forma eficaz. Por tanto, el conocimiento específico pasa hacer una mera herramienta que él necesita para lograr esta arcaica y fundamental práctica. Cautivar a sus seguidores no sólo por el contenido de las palabras sino por la pasión que se ponen para decírlas; con un lenguaje corporal y uno de voz que se situen en la conexión que se produce entre el conocimiento y los alumnos, un verdadero orador como Hitler o Clinton. Saber las técnicas espaciales para una comunicación efectiva como (en el ambito tradicional) la disposición de bancos y sillas o la acústica del aula son otras de las cualidades que debería tener un buen profesor, pues no es mejor si conoce área sino que lo será si sabe cómo debe móstrarla.


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