martes, 27 de abril de 2010

El Legado de Boole

El Legado de Boole

Durante los últimos años, la población mundial ha tendido a exacerbar el legado de algunos personajes de la historia, convirtiéndolos en un cliché social; muchos han sido sobreestimados como ha sucedido con DaVince, Einstein o Nostradamus, mientras que otros, quizás con trabajos de mayor utilidad en la práctica, han pasado por debajo de la fama ordinaria.

Por lo general, la historia está nutrida de diversos personajes interesantes que han aportado a nuestra ciencia y paradigmas que han pasado sin gloria como los anteriores, pero que su legado ha sido más útil en la práctica. Entre ellos y, para comenzar con esta nueva sección del blog denominada “de las ideas a la práctica”, hemos escogido al británico George Boole (1815-1864) un matemático y filosofo que realizó diversos trabajos en sus áreas, pero su más grande trabajo se convirtió en la piedra angular de las ciencias de la computación.

Contando con la lógica, sus propiedades y leyes, Boole quiso darles una utilidad practica a ellas con el fin de encontrar un lugar en la realidad; una laboriosidad que lleva a valorar las ideas. El álgebra de Boole fue como se denominó a su trabajo en el que la lógica dejó sólo de ser tablas de verdades y se convirtió en un sistema lógico, en donde muchas propiedades algebraicas fueron agregadas a la lógica proporcional logrando una nueva forma de hacer “lógica” o “lógica en la práctica”. Finalmente, y quizás sin saberlo, su trabajo se convertiría en la base de una nueva ciencia, la que se convertiría en la base de la de las telecomunicaciones del mundo moderno.

Entra las tantas propiedades que se generaron en este nuevo compendio (ver aquí), hay una que destaca por su simplicidad y versatilidad en la hora de hacer lógica, con la que podemos afirmar que un resultado lo podemos obtener de varias maneras.

Tal, es denominada como la ley de la dualidad, que nos indica que un resultado puede ser obtenido de varias formas y cómo las operaciones de suma y multiplicación nos llevan a los dos extremos en que el algebra, y quizás la vida, se mueve: el todo y la nada.






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