martes, 21 de julio de 2009

La transformación del espíritu

La transformación del espíritu


Una interesante propuesta publicado en 1883 , que podemos interpretar como una alternativa al desarrollo personal:
De Las transformaciones
“Os señalo las tres transformaciones del espíritu: la del espíritu en camellp, la del camello en león y la del león en niño.
Muchas cosas pesadas hay para el espíritu fuerte, sufrido y reverente; su fuerza apetece lo pesado, lo más pesado.
‘¿Qué es pesado?’, pregunta el espíritu surgido, y se arrodilla como el camello, ansioso de transportar pesada carga.
‘¿Qué es lo más pesado?, oh, héroes’, pregunta el espíritu sufrido, ‘para que yo cargue con ello y goce de mi fuerza’.
‘¿No es esto: rebajarse uno para herir su soberbia? ¿Pasar por estúpido para burlarse de su sabiduría?
¿O es esto: alejarse uno de una causa en el momento en que triunfa? ¿Subir a altas cimas para tentar al tentador?
¿O es esto: alimentarse con las bellotas y el pasto del conocimiento y en honor de la verdad pasar hambre del alma?
¿O es esto: estar enfermo y repudiar a los que vienen a consolar, y trabar amistad con palomas que nunca oyen lo que uno quiere decir?
¿O es esto: zambullirse en aguas turbias, si es el agua de la verdad, y no evitar el contacto de frías ranas y sapos calientes?
¿O es esto: amar a los que lo desprecian a uno y dar al fantasma que quiere asustar?’
Con todo eso carga el espíritu sufrido; como el camello cargado se interna en el desierto, así se interna él en su desierto.
Pero en pleno desierto se produce la segunda transformación: la del espíritu en león ansioso de conquistar libertad y mandar en su propio desierto.
Va a buscar a su amo último, decidido a enfrentarse con él y su dios último, a luchar por la victoria con el gran dragón.
¿Quién es el gran dragón que el espíritu ya no quiere aceptar como su amo y dios? ‘¡Tú debes!’, se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león proclama: ‘¡Yo quiero!’
‘¡Tú debes!’ está tendido en su camino, reluciente de oro, un monstruo en cuyas escamas todas brilla con el brillo del oro ‘¡tú debes!’
Valores milenarios refulgen en estas escamas, y el dragón más formidable de todos proclama: ‘Todo valor de las cosas refulge de mi cuerpo.
Todo valor está establecido de una vez por todas, y yo soy todo valor establecido’, dice el dragón; ‘no ha de haber más ¡Yo quiero!’
Hermanos, ¿por qué se necesita el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia sufrida que se resigna sumisa y reverente?
Establecer nuevos valores, he aquí algo que ni siquiera el león es capaz de hacer; pero conquistar la libertad para la nueva obra, esto sí que se puede hacer.
Conquistar libertad y un santo ¡no!, incluso ante el deber, para esto, hermanos, hace falta el león.
Arrogarse el derecho de fijar valores nuevos, he aquí lo más terrible para todo espíritu sufrido y reverente; se le antoja esto robo y cosa propia de la fiera rapaz.
A él, que en un tiempo veneraba el ‘¡Tú debes!’ como lo más sagrado, le toca ahora hallar incluso en lo más sagrado falacia y arbitrariedad, para que sea robada la emancipación de su amor. Para ese robo es necesario el león.
Pero decid, hermanos, ¿de qué empresa superior a las fuerzas del león será capaz el niño? ¿Por qué tiene que transformarse en niño un león rapaz?
El niño es inocencia y olvido, un nuevo inicio, un juego, una rueda que comienza a girar de forma espontánea, un movimiento inicial, un santo decir ¡sí!
Para el juego de la creación, hermanos, se necesita un santo decir ¡sí! Quiere hacer ahora el espíritu su propia voluntad; perdido para el mundo, se conquista ahora su propio mundo.
Os he indicado las tres transformaciones del espíritu: la del espíritu en camello, la del camello en león y la del león en niño”.
Así hablaba Zaratustra. Se encontraba en esa ocasión en la ciudad llamada “La vaca multicolor”.

*Citado de las págs. 23-24-25 de “Así habló Zaratustra”, F. Nietzsche.
*Texto producido por el staff de fromdistantearth.blogspot.com, todos los derechos reservados.

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